Escrito por:
María Camila Paz
mariacami.paz@gmail.com
Y nos deslizábamos por todas partes, muros, paredes, la calle era nuestra rampa privada para explorar juntos este sentimiento de libertad. Todos en el conjunto residencial probaron esa patineta; la considerábamos un tesoro, un tesoro que solo mi vecino rico que viaja a Estados Unidos podía tener, pero que ahora nos lo compartía a nosotros. Así lo narraba Camilo Senior, un joven skater de 34 años que desde sus 15, empezó a sumergirse en la cultura y en la familia skater, organizando espacios para su comunidad, marchas en busca de obtener un reconocimiento por parte de la ciudad y demás actividades que une a estas personas entorno a una tribu urbana.


Desde el concepto oficial y según la Federación Madrileña de Patinaje, el skateboarding es un deporte que consiste en la propulsión con una patineta o skate en el que se realizan diversos trucos o maniobras. Pero, para Camilo, el skate es “un deporte totalmente libre que puede considerarse un arte por su libre expresión, y por eso es adoptado como un modo de vida para muchas personas”. Él también lo clasifica como un modo de cultura urbana que suscita las ganas de sentir, vivir y disfrutar al máximo la vida, para después, poder enseñar estas prácticas a la sociedad que tanto los ha reprimido, y así lograr algún cambio en su situación.
Así como Camilo, el caleño Johan Alberto Giraldo, dueño de una tienda de skate llamada Forest Skateshop, considera a este deporte como un estilo de vida que le ha abierto los sentidos y la mente a nuevos conocimientos. Ahora, siendo skater desde sus 12 años, se fija más en su entorno, buscando siempre una oportunidad en la arquitectura de las calles para poder sacar su skate y patinar.
Esta comunidad es una hermandad, por eso, de la gran cantidad de lugares donde Camilo ha viajado, siempre ha encontrado una familia de skaters que lo adopta porque todos poseen un sentido inmenso de pertenencia y amor que, a pesar de reunir todos los géneros urbanos y artísticos en un solo lugar, demuestran fidelidad y agradecimiento hacia el skate. Sin embargo, en sus inicios esta agrupación no era tan unida, puesto que para los ojos de ellos y la sociedad, este es un deporte exclusivo para hombres.
Daniela Balanta lleva casi la mitad de su vida patinando en Cali. Es una joven estudiante y skater profesional. Para ella, el skate es una parte de su ser, todo el tiempo está pendiente de llevar a donde sea que se mueva su patineta, porque cuando no la tiene, siente que le falta una pierna u otro elemento importante de ella. Desde pequeña, tuvo problemas para encajar en la comunidad, ya que todos le ponían obstáculos y barreras debido a su género. Incluso su familia la juzgaba constantemente. No obstante, ella se encuentra en un punto muy rico de inflexión en donde superó el “uy, esa niña tan rara que está en patineta” para ser reconocida como “uy, esa niña lleva mucho tiempo en patineta y es un referente a nivel nacional del deporte”.
Estos prejuicios de género no son los únicos que ha tenido que vencer esta tribu urbana. Los espacios públicos que la Alcaldía de Cali le debería abrir a los skaters para su práctica han sido casi nulos desde que se volvió popular en la ciudad en los años 80. Camilo empezó a montar skate hace 19 años en Barranquilla, tiempo después se fue a Cali y encontró dos similitudes en ambas ciudades: los únicos skateparks que habían era privados. Desde el inicio del skate, los patinadores callejeros han sido más que los ramperos, ya que la Secretaría del Deporte solo realizaba eventos de skate para satisfacer a la comunidad. Cuando las verdaderas razones por las que protestaban era la necesidad de tener varios skateparks por toda la ciudad.
Entre el 2010 y el 2013, sus luchas tuvieron fruto cuando se construyó el primer skatepark en el Coliseo del Pueblo. De este avance, en el 2017 la Secretaría del Deporte y Recreación construyó un segundo skatepark en Ciudad Córdoba. Estos, son los únicos grandes parques de skate que ha logrado obtener la comunidad de deportes extremos (skaters, bikers de BMX, freestyle y parkour), sin embargo, la misma alcaldía ha ido construyendo pequeñas rampas en otras partes de la ciudad. Entre esas está la del parque del ingenio, lugar donde circula una gran cantidad de skaters y bikers.


Carlos Alberto Diago, secretario de Deporte y Recreación de Cali, nos cuenta que desde la administración pasada de Maurice Armitage, la Alcaldía formó el programa Vértigo, el cual está dedicado a fomentar los deportes urbanos a través de la organización de eventos y grupos gratuitos para enseñarles a los niños y jóvenes la práctica de deportes como breakdance, parkour, skateboarding, entre otros. La actual administración continúa estos procesos a través de semilleros deportivos, los cuales encierran 9 disciplinas de deportes urbanos para su enseñanza y ejercicio. Para Camilo, Vértigo y los demás planes de la Alcaldía, los ha motivado a unirse y apoyarse como una asociación de deportes extremos. Ahora, la comunidad de skaters es mucho más grande, mucho más fraterna y abarca muchas más oportunidades y experiencias que antes. Como tribu urbana, han aprendido a volar juntos rompiendo estereotipos y desarrollando su amor por una cultura deportiva que los transforma cada día, en mejores personas.
