Escrito por:
María Camila Echeverry
mcamila55@javerianacali.edu.co
Lo que diferencia a las producciones de Studio Ghibli de las estructuras de storytelling establecidas dentro de las narrativas occidentales, patentadas por estudios como Disney, es la desconstrucción del viaje del héroe. Pues, en contraste con los poderosos héroes que vemos representados en este tipo de películas, en las cuales nos explican que desde su nacimiento fueron dotados con grandes poderes o habilidades únicas, los personajes principales de estudio Ghibli no obedece a este paradigma pues además de ser en su mayoría niñas y mujeres, estas son representadas como personas comunes, sin habilidades especiales y sin ser ideadas como las salvadoras elegidas por un oráculo mágico. Sus transformaciones son más que todo internas y sus impactos en el mundo se dan a partir de la metamorfosis que realizan en su camino personal. Lo que las hace verdaderamente “excepcionales” es que, aunque cualquier persona podría hacer lo que ellas hacen, solo ellas tomaron la iniciativa de hacerlo.
Otro aspecto importante en la narrativa y la construcción del guión en la mayoría de las películas dirigidas por Miyazaki es que estás en sí no cuentan con una explicación minuciosa del trasfondo del mundo en el que se desenvuelven. Esto se debe a que no es el objetivo principal de la narración. Por ejemplo, sabemos que la película El castillo ambulante (2004) se desarrolla en medio de una guerra, sin embargo, nunca se explica de manera explícita esta a que se debe, quién la inició o qué la causó, esto puesto a que los escenarios externos no hacen parte del desarrollo central de la historia. Sin embargo, no significa que no influyan o que los elementos del mundo no sean importantes para la comprensión de la película, sino que simplemente estos no son los componentes en los que el director desea que la audiencia se enfoque, ya que lo que impulsa las transformaciones en la narrativa en estas películas son los componentes internos, introspectivos y personales de los personajes.
Revisemos el camino de Sophie, el personaje principal de la película anteriormente mencionada quien es la que verdaderamente nos interesa, pues el hecho de que el maleficio que la Bruja Calamidades haya impuesto sobre ella no sea nada más que el reflejo de como ella misma se ve, nos da a entender que solo cambiando su autopercepción es que puede romper con dicho hechizo, reflejando que a pesar que nuestros duelos y traumas hayan sido invitados por otras personas, somos los únicos capaces de poder acabar con ellos. Otro elemento importante es la idea de que ella sea el único ser no mágico dentro de la historia y que, sin embargo, le pregunten constantemente si de verdad no es bruja. Esto insinúa que la verdadera magia es interna y que a pesar de que todos la poseemos, es la más difícil de utilizar, pues al final de la película lo que ayuda a Sophie a salvar a Howl y a salvarse a ella misma no es la magia, sino haber podido romper con su propio esquema, al amarse a ella misma, al amar a los que la lastimaron y al darle amor a aquellos que nunca lo recibieron. Como lo mencioné anteriormente, esta es una habilidad que cualquier ser humano tiene, lo difícil es permitirse expresarla.


Por otro lado, la película ganadora del Oscar como mejor película animada en 2003, El Viaje de Chihiro (2001) cuenta la historia de una niña que tras una mudanza y a raíz de la intromisión causada por sus padres en el mundo espiritual estos son transformados en cerdos, dejándola atascada, trabajando en la casa de baños dentro del mundo espiritual, mientras busca una solución que le permita volver a su mundo y poder rescatar a sus padres. Lo interesante de esta película es que fractura el concepto de villanos y héroes que ha sido retratado por siglos en la narratología occidental. Los personajes en esa cinta se presentan como seres con deseos y ambiciones personales, que como sucede en el mundo real, a veces pueden estar guiados por motivos egoístas, pero que al mismo tiempo están dispuestos a sacrificar esos mismos deseos para acudir a las personas que necesitan de su ayuda, como lo es este caso Chihiro. El Sincara, uno de los personajes más importantes en esta película, es un espíritu silencioso que representa la dualidad humana y la manera en la que el ambiente puede cambiar la forma en la que una persona se comporta. Este podría ser fácilmente representado como un simple villano, no obstante, la maldad que expresa el Sincara es simplemente el reflejo de las personas que lo rodean. Por eso en la casa de baños donde todos son avaros y egoístas, el espíritu se convierte en un tipo de monstruo que usa su habilidad de crear oro para atrapar a los empleados y poder comérselos, mientras que cuando Chihiro se lo lleva a la casa de Zeniba (la gemela de la bruja que es dueña de la casa de baños), se convierte en un ser tranquilo y colaborativo.


Lo anterior es un concepto que abruma mucho por la forma en que las audiencias occidentales han sido condicionadas a pensar, ya que se suele recurrir a deshumanizar los personajes para hacer más fácil el deseo de deshacerse de ellos, pues si los categorizamos simplemente en las facciones de protagonistas o antagonistas, brujas y princesas, buenos y malos, entonces el deseo de derrocarlos o alabarlos va a ser natural. Ahora, al entender que incluso nosotros mismos tenemos un espectro dentro de nuestra personalidad, se logra transformar la forma en la que percibimos a los demás e incluso la manera en la que nos vemos a nosotros mismos. Nos lleva a pensar, ¿será que simplemente nos podemos dividir entre buenos y malos?, ¿cómo sería el mundo en el que vivimos si fuera así de simple?, incluso, ¿cómo sería el mundo si finalmente entendiéramos que no lo es? Este análisis de la hermenéutica de los arcos de los personajes sirve incluso para cuestionar las estructuras morales que se han establecido en la sociedad en la que vivimos ya que a veces se nos olvida que la ambigüedad es una característica de la humanidad.
En otro orden de ideas, la película Nausicaä del Valle del Viento (1984) sirve también como ejemplo de lo dicho. Se desarrolla dentro de un mundo post apocalíptico donde la humanidad ha sido destruida a causa de la decadencia medioambiental, los seres humanos sobrevivientes se ven constantemente amenazados por la existencia de unos escarabajos mutantes gigantes. Además de eso, un grupo humano diferente al que pertenece la personaje principal, Nausicaä, inicia una guerra con la que tratan de apoderarse del Valle en el que ella y el resto de su comunidad vive, secuestrando a un bebé ohmu (uno de los insectos gigantes) con el fin de que el resto de estos, al tratar de recuperarlo, causen destrucción al lugar. Esto se les sale de las manos, pues al no poder detenerlos se ponen en riesgo incluso a ellos mismos, creando un posible segundo apocalipsis. La única forma en la que se logra acabar con tanta devastación y caos es gracias a que Nausicaä comprende que los insectos también son víctimas de la destrucción medioambiental y que, al igual que ellos, han sufrido pérdidas y dolores. Cuando Nausicaä los ayuda a recuperar su bebé nos damos cuenta que ni los humanos eran completamente buenos ni los ohmus totalmente malos, simplemente se habían dejado llevar por sus justificaciones personales a raíz de sus iras y sufrimientos pasados. Por eso, a pesar de que Nausicaä es la que en primera instancia ayuda a los ohmus, son estos los que terminan salvándola, pues resulta que no son los seres destructores de los que desde niña le habían advertido, sino que incluso poseen poderes sanadores que usan para poder curarla cuando estaba al borde de la muerte. Finalmente, es la comprensión del dolor que el otro soporta lo que les permite llegar a la paz.
Otro aspecto importante de la película anteriormente mencionada es que también rompe con los estereotipos de belleza y bondad que se han ensamblado mutuamente de manera constante en películas infantiles. Donde generalmente, el más “feo” siempre es el más malo, mientras que en el caso propuesto, se evidencia que ser “feo” o no ser convencionalmente atractivo no es sinónimo de ser malvado, y tampoco es razón para tratar como menos a un individuo, por eso, es que a pesar de que los ohmus tengan un aspecto un tanto tenebroso al ser una mezcla entre arácnido y cucarrón gigante, nos damos cuenta que al igual que el Sincara (El viaje de Chihiro, 2001), los ohmus son seres que están moldeados por la manera en la que las personas a su alrededor los perciben y los tratan. Son el espejo de la sociedad en la que habitan.


La empatía y la compasión son la salvación de la humanidad, o por lo menos es lo que retrata Miyazaki en todas sus películas. Nos enseña que ni la magia ni el poder son los factores que pueden solucionar los remanentes venenosos de una sociedad con años de decadencia y agresión. No existen héroes y hadas que con su magia puedan sanar los errores que la naturaleza humana ha creado, pues de la misma manera en que el antídoto para una mordedura de serpiente está en su veneno, la solución a la ira, la violencia y el odio están en el mismo lugar en donde estos se crearon. Este tipo de películas abogan por una reconstrucción de la imagen del héroe, pues verdaderamente lo único que se necesita para serlo es el deseo interno de cambiar la manera en la que se ve a sí mismo y a los demás. Lo que se necesita es entender que la transformación es hermenéutica y contagiosa, por eso puede ser tan peligrosa y poderosa al mismo tiempo.
