Escrito por:
Laura Meza Quintero
laurameza@javerianacali.edu.co
Ilustración:
Mariana Velasco García
marianavg@javerianacali.edu.co
Días antes de agendar la cita tuve que realizar una investigación para saber en qué me iba a meter. Luego de esa búsqueda entendí que una regresión era un saber místico que se utiliza desde hace muchos siglos y cuya finalidad es sanar problemas que están relacionados con la memoria. Tengo que admitir que al principio no entendí, pero Rodrigo Vivas, mi terapeuta, me explicó todo. El cerebro funciona algo así como una computadora, entonces lo que se debe hacer es un recorrido por cosas que ya ha vivido una persona, o en casos pocos recurrentes, en sus vidas pasadas.
La cita era a las 10:00 a.m., sin embargo, yo llegué desde las 8:30 a.m. Estaba demasiado ansiosa… “¿Ansiosa? No deberías sufrir de ansiedad tan joven”. Eso era lo que muchos me decían. Lo que ellos no saben es que mis ansias no se resumen a comerme las uñas. Es algo mucho más profundo, yo tenía unas intensas ganas de suicidarme. Muchos creían que yo tenía depresión, pero no, todo en mi vida marchaba perfectamente: mi familia estaba bien, estaba feliz con mi pareja y había conseguido trabajo. No encontraba razón alguna por la que quería darle un punto final a mi vida.
Cuando Rodrigo Vivas abrió la puerta fue muy extraño. No sé por qué, pero esperaba un hombre ya viejo, como cuando uno veía a la tortuga en Kung Fu Panda; como el típico sabio. Sin embargo, era solo un joven de unos 30 años, alto, y con una mirada que intimidaba. Para evitar hablar de mis problemas le empecé a preguntar de su vida. Me contó que su profesión como terapeuta había comenzado gracias a las enseñanzas de su tía. Cuando terminó esa frase me dijo que todo estaría bien, que la solución estaba en mí misma, y que no alargara más el proceso.
Unos de los artefactos que me llamó la atención cuando entré al consultorio fue unas piedras que estaban en un rincón. Rodrigo me contó que las iba a usar en mi caso para realizar mi regresión por medio de la gemoterapia para acceder al estado de mi conciencia.
Luego, Rodrigo me pidió que pensara en el momento más feliz de mi vida…Pero me fue imposible encontrarlo.
Empecé con mi gemoterapia y mis recuerdos fueron a parar en una vida pasada. Yo me encontraba en otro planeta, muy parecido a Pandora, de Avatar. En esa época parecía como si la naturaleza hubiera formado una revolución y conquistado todo el mundo. Sin embargo, no era así. Quien conquistaba el planeta era yo. Para esta tarea yo tenía un báculo con el que podía manejar todo como quisiese. Tanto poder en parte me aterraba. Luego de ver un poco el mundo, vi que mi yo del pasado estaba triste, como si la hubieran dejado sola por mucho tiempo sin ningún consuelo. Posteriormente lo comprendí todo. Yo estaba con ganas de terminar con mi vida porque mi poder, que era hereditario, no estaba siendo debidamente cedido y ninguno de mis descendientes quería afrontar las consecuencias de dominarlo todo. En esa vida estuve muchos años esperando que alguien se decidiera a asumir su responsabilidad, pero nunca ocurrió. Y me suicidé antes de cumplir mi deseo.
Mi siguiente vida estaba en Escocia. Era una noble pelirroja que se había casado con un hombre que luego tuvo que ir a la guerra. La época era como la de esos castillos que se ven en las películas, construcciones gigantes que lograban intimidar a quien pasara por ahí. En esa época las mujeres acostumbrábamos a quedarnos en el hogar mientras los hombres iban a la guerra. Lo triste en esto es que mi marido nunca regresó y me quedé sola con nuestro heredero. La melancolía pudo conmigo y me suicidé. Mi padre, quien quedó a cargo de mi hijo que tenía 1 año, no resistió con el recuerdo de mi presencia y en consecuencia decidió asesinar a su nieto.
La última regresión fue más de lo mismo. Yo era una mujer que habitaba en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Y por supuesto, mi esposo tuvo que partir a la guerra. Y de nuevo, murió en combate. Y otra vez le puse fin a mi vida debido a la soledad que sentía.
Ya con esto lo comprendí. Prácticamente estaba predestinada a morir por mi propia cuenta. Afortunadamente en esta vida tuve la oportunidad de conocer a Rodrigo. Gracias a él pude hacer un proceso de introspección para bloquear la tendencia suicida que tanto me perturbaba a lo largo de todos estos años. Esa técnica se basa en un reencuentro con mis vidas pasadas para que dejaran de influenciar en la actual. En toda esta etapa de mi regresión, principalmente, estuve integrando mis recuerdos del pasado para que, mediante el perdón, pudieran dejarme vivir en paz.
-Consuelo Beltrán. Regresión realizada el 6 de agosto de 2018.
